10 de noviembre de 2013

Resquicios. Mariano Zurdo




Los libros que leo últimamente me exigen muchísimo como lectora. Ando con lápices, con postits, marcando páginas, leyendo referencias, volviendo a ciertos pasajes, analizando... Digamos que ya no leo, más bien estudio. Y se me había olvidado lo lúdico de la lectura, ese placer sencillo del dejarse llevar cuando la exigencia es la de confiar, seguir adelante y disfrutar. Supongo que parece que estoy diciendo que "Resquicios" de Mariano Zurdo es una lectura menor, pero no se trata de eso: es fresca, es agradable, es como una charla cómoda con alguien que enlaza en el diálogo con fluidez, con alguien con quien te sientas sin preocuparte de hacia dónde te cae el pelo o si se nota eso de que te sudan las manos.

El libro explora los resquicios de nuestra humanidad. Supongo que hay que resaltar que el escritor es psicólogo de profesión, porque la profundidad de sus personajes y la naturalidad con la que se asumen sus supuestas desviaciones de la norma social sólo puede manejarla con soltura o el terapeuta o el paciente o un amante de la literatura. Mariano es terapeuta, él mismo se declara potencial paciente y, me consta, ama la literatura. Bajo nuestras fachadas, bajo el maquillaje de corrección social, el estable y equilibrado transcurso de la rutina que, de algún modo, se ha establecido en nuestra convivencia social, transitan los márgenes más extremos de nuestra personalidad, de nuestros deseos, de nuestro desequilibrio y todo un escandaloso ir y venir de necesidades, angustias, atracciones sexuales, miedos, convivencias al límite, sometimientos al otro y a nosotros mismos...

Resquicios se centra en la vida de dos parejas y juega a tejerlas sin que las confluencias lleguen a ser del todo reales. Pero es que además, el narrador se permite un giro narrativo, una apuesta arriesgada que hace de la novela un experimento literario, que multiplica a los personajes convirtiendo las reflexiones, los acontecimientos, la empatía despertada en el lector, en un trasunto de la humanidad al completo.

No cuesta nada dejarse llevar por esta historia. Supongo que para ciertos lectores puede resultar insólita la sinceridad de estos personajes. Para los que nos sentimos patológicamente raros ―psicoterapeutas, pacientes, potenciales o no, y grandes amantes de la literatura―, es reconfortante sumergirse en la infrecuente franqueza de estas historias.

Sólo un mayor ajuste en la homogeneidad del lenguaje empleado que a menudo se desvía hacia una excesiva oralidad puede trastornar un poco al lector que ya no sabe del café tranquilo. Pero a poco que uno participe en la propuesta y confíe en esa prosa relajada de conversación entre amigos, puede disfrutar de una lectura refrescante, recomendadísima para raros y cansados seres humanos, es decir, para todos.

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