3 de marzo de 2014

Igual que siempre


Bañado en Sol

La evolución de la costumbre es desconcertante: los pasos en el piso superior pasaron en muy poco tiempo de molestarme a resultarme familiares. Ahora, incluso me inquieta que se haga el silencio. Cuando callan, me veo suplicando que vuelvan pronto los crujidos de la madera, los cambios de humor en el ritmo de las pisadas, el tanteo de algo que se escurre y eso que cae en medio de la noche y ya no me sobresalta.

El piso superior de la casa en la que vivo es un desván donde se acumulan trastos viejos.

De todo esto sólo me lastima el capricho de la intermitencia y esta servil espera que soy incapaz de evitar. Bueno, concedo que también me molesta un poco que el gato haga como que no oye nada, que se siente impasible bajo cualquier rayo de sol en la escalera que lleva hacia arriba. Aunque, si me soy sincera, creo que lo que más me fastidia de todo es esta apariencia de las cosas: cómo fingen ser las mismas de siempre.

Fotografía de Javier Prieto

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